La
humanidad nace cuando decidimos abandonar los árboles y construir ciudades.
Babilonia, Atenas, Roma son las cunas de las civilizaciones que nos han llevado
a lo que somos, y es en la capacidad que tienen éstas de acumular capital
humano la base de la que surge el progreso. Las hay enormes como la Madrid que
adora nuestra Capitana o el Gran Bilbao (je, je) de nuestra María Carricas, o
más pequeñas como mi Palencia, pero en todas ellas encuentras más puntos a
favor que en contra para poder desarrollar de forma plena tu existencia a poco
que te esfuerces en aprovechar todo lo que te pueden dar. Hoy muchas de ellas
se ven sometidas a cierres bien por confinamientos territoriales o por toques
de queda, en casi todas en las miradas de las gentes prima el temor a la
alegría, y eso nos provoca un gran desconsuelo porque las amamos con toda
nuestra alma. La canción que os traemos es una bella muestra de todo lo que nos
hace sentir, y a veces padecer, la ciudad de nuestro corazón y os pedimos que
luchéis por ellas.
Ana Belén (a la que
hemos tenido en estas entradas) nace en Madrid en 1951. Desde niña demostró grandes dotes para la
canción y por eso se intentó que desarrollase una carrera de niña prodigio con
su nombre de pila, pero figuras como Marisol y Rocío Durcal, y
el fracaso de su película Zampo y Yo harán que
esto no sea posible. No por ello se rinde y decide apostar por la actuación en
teatro dentro del Teatro Estudio de
Madrid abandonando su Mari Pili Cuesta del bautismo por el más sonoro por
el que tod@s la conocemos. Se va haciendo un nombre y empieza a participar en
televisión y cine, y es en el rodaje de la película Morbo donde conoce al que será después su marido, Víctor Manuel
(al que hemos tenido en estas entradas), personaje fundamental en su conversión en musa de la izquierda
intelectual española. En esos años finales de la Dictadura,
se produce un episodio polémico en el que son acusados de quemar una bandera de
España, por lo que se exiliarán seis meses en México para evitar problemas. Ese
tiempo fue de lo más productivo ya que entran en contacto con la Nova Trova Cubana y
otras músicas iberoamericanas, como con su versión del poema de Nicolás Guillén
La Muralla que será número uno en
toda Hispanoamérica. En 1979 protagoniza la serie Fortunata
y Jacinta de enorme éxito en todo el país y le abre la oportunidad de
volver a la canción con temas como su versión de Agapimú, Desde Mi Libertad,
su versión de Piano Man
de Billy Joel (al que
hemos tenido en estas entradas), Balance, La
Puerta de Alcalá, Lía, la versión de
Sólo le Pido a
Dios o España Camisa Blanca De Mi
Esperanza. Gracias a ella resucita el cine y el teatro musical en España al
protagonizar y producir la magnífica La
Corte del Faraón Los primeros 90 son terreno para algunos mini fracasos
por lo que se pone las pilas y lanza el disco Veneno En El Corazón que la vuelve a situar en los primeros puestos
de las listas. Lista como la que más es de las primeras en ver que la piratería
era herida mortal para las ventas de discos y que las solución eran los
conciertos, así que primero con su marido y después con sus amigos Joaquín Sabina (al
que hemos tenido en estas
entradas), Miguel
Ríos (al que hemos tenido en estas entradas) y Joan
Manuel Serrat (al que hemos tenido en estas entradas) realizan giras por España e Iberoamérica con un éxito espectacular.
En este siglo sigue regalándonos grandes canciones como esta Peces De Ciudad, Si Me Nombras y sus
representaciones en el Festival de Teatro
Clásico de Mérida son todo un acontecimiento, demostrándonos que hay
personas (mujeres y hombres) que, partiendo de la excelencia, sólo saben
mejorar con el tiempo.
La
letra es una melancólica revisión de las ciudades que te enamoraron en tu
juventud y que en la madurez ves que ya no son tan brillantes porque, tal vez,
tú ya no las ves con los ojos que las vieron.
La
música empieza con unas notas leves de piano y de guitarra, que junto al bajo y
la percusión preceden a la voz sedosa y cantarina de la cantante, que es
apoyada por una segunda voz masculina.
©
Joaquín Sabina, Pancho Varona y CBS.
Letra original |
Se llamaba Alain Delon el viajero que quiso enseñarme a besar en la Gare d'Austerlitz. Primavera de un amor, amarillo y fugaz como el sol del veranillo de San Martín. Hay quien dice que fui yo la primera en olvidar, cuando en un si bemol de Jacques Brel me perdí "dans le port d'Amsterdam." En la fatua Nueva York da más sombra que los limoneros la estatua de la Libertad. Pero en Desolation Row, las sirenas de los petroleros, no dejan reír ni volar. Y en el coro de Babel, desafina un español. no hay más ley que la ley del tesoro en las minas del rey Salomón. Desafiando el oleaje sin timón ni timonel, por mis sueños va ligero de equipaje sobre un cascarón de nuez mi corazón de viaje, luciendo los tatuajes de un pasado bucanero, de un velero al abordaje, de un no te quiero querer. Y cómo huir cuando no quedan islas para naufragar al país donde los sabios se retiran del agravio de buscar labios que sacan de quicio. Mentiras que ganan juicios tan sumarios que envilecen el cristal de los acuarios de los peces de ciudad, que perdieron las agallas en un banco de morralla, que nadan por no llorar. El Dorado era un champú, la virtud unos brazos en cruz, el pecado una página web. En Macondo comprendí que al lugar donde has sido feliz no debieras tratar de volver. Cuando en vuelo regular, surqué el cielo de Madrid, me esperaban dos pies en el suelo que no se acordaban de mí. Desafiando el oleaje sin timón ni timonel, por mis sueños va ligero de equipaje sobre un cascarón de nuez mi corazón de viaje, luciendo los tatuajes de un pasado bucanero, de un velero al abordaje, de un no te quiero querer. Y cómo huir cuando no quedan islas para naufragar al país donde los sabios se retiran del agravio de buscar labios que sacan de quicio. Mentiras que ganan juicios tan sumarios que envilecen el cristal de los acuarios de los peces de ciudad, que perdieron las agallas en un banco de morralla, en una playa sin mar. |
Vaya racha de temazos que llevas amigo Guillermo.
ResponderEliminarEsta canción, con su letra que es pura poesía me la habre escuchado centenares de veces.
Tiene una extraña magia, de la cual me enamoré la primera vez que la escuché.
Creo que la canción tiene esa fuerza por la magnífica letra de Joaquín Sabina.
Siempre he tenido una gran duda con respecto a esta canción, no sé si me gusta más la versión original, magníficamente interpretada por Ana Belén, o la versión que en el año 2002, Joaquín Sabina (su compositor) incluyo en su disco dímelo en la calle.
Creo que me quedo con la del maestro Sabina y su voz rota.
Gracias, por otro regalo más.
Un abrazo amigo.
Muchas gracia por el elogio. Yo me quedo con la de Dª Pilar, ya que me pierdo en la melodiosa dicción con la que la interpreta, y siempre alabando la letra tan extraordinaria y la música de Varona.
EliminarUn saludo
Yo siempre he dicho qué Pancho Varona es la mitad menos conocida del maestro Joaquín Sabina.
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