He de
confesar que soy un enamorado de mi país, me encanta su manera de entender la
vida en las duras y en las maduras, su gastronomía tan diversa y sabrosa, la
belleza de su territorio, lo descomunal de su patrimonio artístico, y al mismo
tiempo me duele el cainismo de muchas de sus gentes, la envidia contra quien
triunfa, la indolencia contra los que delinquen si son de l@s tuy@s, y
últimamente lo desagradecid@s que somos con nuestros mayores que sacrificaron
tanto por darnos la mejor España en siglos. He vivido fuera de mi país y
recorrido una docena de otras naciones y, sin ser patriotero, no hay mejor
lugar para vivir que en cualquiera de las patrias a este y al otro lado del
“charco” que hoy celebramos la Fiesta de
la Hispanidad con motivo del día de la Virgen Del Pilar, y
especial esta España que tanto se añora cuando no se está en ella como dice esta
canción que, con Suspiros De España,
es para mí nuestro verdadero himno nacional. Espero que os guste.
Doña Concha
Piquer (a la que hemos tenido en estas entradas) nace
en Valencia en 1906 (otras fuentes lo retrasan a 1908) con el nombre de
Concepción López Piquer dentro de una familia muy humilde. Debuta en 1921 y
tras varios papeles secundarios empieza a tomar nombre pero su oportunidad le
llega cuatro más tarde cuando marcha a Norteamérica, contratada por el compositor
valenciano Manuel
Penella para estrenar en Nueva York El Gato Montés.
Allí se convertirá en una estrella tanto por su enorme belleza como por la
potencia de su voz desde la copla al charlestón, de lo vivido en esa época ella
lo narrará con sentimiento en esta bellísima En
Tierra Extraña. Regresa a España en los 30 y entra en relación con el
autor Salvador Valverde, elpoeta Rafael de León y elmaestro
Quiroga que se rendirán a sus pies y la convertirán en la reina de la
canción española con temas como la tremenda Tatuaje,
La Parrala, Ojos Verdes.
En 1944 iniciará una gira por hispanoamérica y después por EE.UU. que durará
cuatro años y será apoteósica. En su regreso seguirá dominando la canción
española con temas como Romance De La
Reina Mercedes, Con Divisa Verde Y Oro, Suspiros De España,
pero en 1958 se retirará de la escena al fallarle la voz por una faringitis mal
curada. Muere en 1990 con 94 años.
La
letra nos narra la celebración de una Nochebuena en Nueva York por parte españoles
emigrados y cómo la alegría de estar con compatriotas bebiendo y comiendo
productos de España se torna en tristeza cuando al escuchar Suspiros De España
la nostalgia les domina.
La
música arranca poderosa con toda la orquesta que precede a la voz clara, aguda
y seseante de la cantante que llena de pasión los versos plenos de emoción.
Voy a contarles a ustedes lo que a mí me ha sucedido que es la emoción más profunda que en mi vida yo he sentido.
Fue en Nueva York en la Nochebuena que yo preparé un cena para invitar a mis paisanos.
Y en la reunión toda de españoles entre vivas y entre oles por España se brindó.
Pues como allí no beben por la Ley Seca y sólo al que está enfermo despachan vino, yo pagué a peso de oro una receta y compré en la farmacia vino español, vino español, vino español.
El vino, de nuestra tierra bebimos en tierra extraña que bien que sabe ese vino cuando se bebe lejos de España.
Por ella brindamos todos y fue el fin de aquella cena la Nochebuena más buena que soñar pudo un español.
Más de pronto se escuchó un gramófono sonar. Callar todos dije yo y un pasodoble se oyó que nos hizo suspirar.
Cesó la alegría, ya todos lloraban ya nadie reía todos lloraban
que oyendo esta música allá en tierra extraña eran nuestros suspiros Suspiros de España
Yo
formo parte de esas generaciones de españoles que nos criamos escuchando la
copla en los radiocasetes de los coches durante las ocho o diez horas que nos
llevaban desde las mesetas castellanas a las costas mediterráneas, o en las subidas
domingueras a la montaña a respirar aire puro, pruebas ambas que medían la
capacidad de amor que tenía una familia, ya que si se conseguía terminar el
periplo sin matar al/la niñ@ o sin odiar a tus progenitores era que nada podría
acabar con la convivencia. Pero sí que dejó como daño colateral que la música de esos viajes nos
hartara y renegásemos de ella. Sin embargo el paso de los años nos ha permitido
ir rescatando de ese maremágnum sonoro, que era capaz de mezclar a Los Chichos con Antonio Molina, a Manzanita con Camarón, a
aquellos intérpretes de calidad comparable a las grandes figuras mundiales, y
para mi Doña Concha Piquer
es patrimonio de la humanidad.
Nace
en Valencia, a los once años sube por primera vez a un escenario y con quince
se marcha a Nueva York a buscar fortuna, convirtiéndose en figura de
Broadway cantando en castellano e inglés. Vuelve a España en los años treinta donde
entra en contacto con el poeta Rafael de León y el
maestro
Quiroga para que le compongan canciones. De estos dos, junto con Salvador Valverde, es
esta Ojos Verdes que interpretó primero Blanquita Suarez, pero que popularizarán
Miguel de Molina y Concha Piquer. Tras casi
cuarenta años en los escenarios se retira en 1963 y muere en 1990.
La
música es un compendio de la música del momento, capaz de combinar la sobriedad
de un tablao flamenco con una guitarra rasgando sus notas, con toda la potencia
de una orquesta de zarzuela. Empieza con un piano que enseguida es sustituido
por la guitarra española, y que alternándose serán los que cierren a la voz en
las estrofas. La sección de cuerda será el fondo para hacerse presente en los
interludios. Y de la voz de la intérprete no digo nada porque su fuerza y la
emoción que transmiten expresadas en palabras quedarían muy mal explicadas.
La
letra es toda una historia de amor que nos explica el porqué del éxito que
tenían estas canciones, en las que desarrollaban toda una historia en cuatro
minutos. Nos habla de cómo a un burdel llega un jinete, y cómo le entra a la
meretriz que se encontraba en la puerta pidiéndole lumbre para su cigarro,
cómo esta le requiebra que para fuego el que ella tiene en los labios. Y
entonces el amor mercenario se torna en pasión enamorada que hace de la noche
su trinchera, para que la mañana les devuelva a la realidad de lo que son y lo
que les espera. Pero esa noche de mayo se quedará por siempre grabada en sus
almas.
"Apoyá"
en el quicio de la mancebía
miraba encenderse la noche de mayo,
pasaban los hombres y yo sonreía
hasta que a mi puerta paraste el caballo.
Serrana ¿me das candela?
y yo te dije:
"gaché, ven y tómala en mis labios
que yo fuego de daré"
Dejaste el caballo y lumbre te di
y fueron dos verdes luceros de mayo
tus ojos "pa" mi.
Ojos verdes, verdes como la albahaca,
verdes como el trigo verde
y el verde, verde limón.
Ojos verdes, verdes, con brillo de faca
que se han "clavaíto" en mi corazón.
"Pa" mi ya no hay soles, luceros, ni luna,
no hay más que unos ojos que mi vida son.
Ojos verdes, verdes como la albahaca,
verdes como el trigo verde
y el verde, verde limón.
Vimos desde el cuarto despertar el día,
y sonar el alba en la torre la vela,
dejaste mis brazos cuando amanecía
y en mi boca un gusto de menta y canela.
Serrana para un vestido yo te quiero regalar,
Yo te dije:
"estás "cumplío", no me tienes que dar ná"
Subiste al caballo, te fuiste de mí,
y nunca otra noche más bella de mayo
he vuelto a vivir.
Ojos verdes, verdes como la albahaca,
verdes como el trigo verde
y el verde, verde limón.
Ojos verdes, verdes, con brillo de faca
que se han "clavaíto" en mi corazón.
"Pa" mi ya no hay soles, luceros, ni luna,
no hay más que unos ojos que mi vida son.
Ojos verdes, verdes como la albahaca,
verdes como el trigo verde
y el verde, verde limón.