miércoles, 2 de mayo de 2018

Víctor Manuel – La Madre (letra en español)


Para muchas de las personas que vivimos la explosión de la heroína en los setenta y ochenta, donde te podías encontrar a alguien chutándose en cualquier esquina o parque y con drogadictos enloquecidos buscando de forma violenta el dinero con el que pagarse la dosis, esa experiencia nos vacunó frente a las drogas porque fuimos testigos de la degradación terrible que provoca la drogodependencia para los que la sufren y todas las personas que están a su alrededor. Pero hoy la droga ha vuelto con fuerza pero no con sustancias con mala prensa como la heroína, sino con la marihuana, el cannabis que son las puertas de entrada a las pastillas como la ketamina y de ahí a drogas duras, pero todas ellas fumadas o por vía oral que les hace parecer “sanas” a sus consumidores. Yo soy docente y asisto aterrado a cómo el porcentaje de mis alumnos que consumen habitualmente drogas blandas está entre el 30 y el 40% de los menores de 30 años, y cómo es imposible hacerles entender que están caminando al filo de la destrucción y ser protagonistas de esta estremecedora canción que hoy nos regala María.

Víctor Manuel (al que hemos tenido en estas entradas) nace en 1947 en Asturias donde comenzó a interesarse por la música y con 17 años se muda a Madrid para aprender solfeo, piano y canto, consiguiendo un puesto en un programa de televisión mientras compone para otros artistas. Es entonces cuando la temática de sus canciones cambia, llegó hasta componer una loa al Dictador llamada Un Gran Hombre, y sus temas se vuelven más sociales, con cierta dosis de denuncia que le dan más de un disgusto con las autoridades. Para evitar problemas de sus primeras canciones como El Cobarde o Tren De Madera se vuelca en los temas costumbristas y tendrá su primer gran éxito en 1969 con El Abuelo Víctor, pero en las giras interpreta de tapadillo temas más combativos que al final le obligarán a permanecer seis meses exiliado en Brasil hasta que se calmaran las aguas. En 1979 decide publicar Soy Un Corazón Tendido, un disco menos político y con otro tipo de temáticas del que Sólo Pienso En Ti será su sencillo más famoso. El éxito le permite poder desarrollar su carrera como cantante, compositor y productor a su antojo grabando cómo y con quien quiere. En 1986 lanza con su mujer, Ana Belén (a la que hemos tenido en estas entradas), otro de sus grandes himnos como es La Puerta de Alcalá (original del grupo Suburbano), que se vende como rosquillas, y en 1988 su última gran canción en solitario que es Qué Te Puedo Dar donde encontramos esta estremecedora La Madre. Desde entonces hace giras de gran éxito con su esposa, Joaquín Sabina (al que hemos tenido en estas entradas), Miguel Ríos (al que hemos tenido en estas entradas), Joan Manuel Serrat (al que hemos tenido en estas entradas), o Pablo Milanés (al que hemos tenido en estas entradas)y produce películas.

La letra es la terrible historia de una Madre que se sacrifica para que su hijo tenga el mejor de los futuros pero que al caer en la droga, y tras intentarlo todo para sacarle de ese infierno, no le queda más remedio que darle una sobredosis para que deje de sufrir él y ella muera en vida.



La música arranca con unas notas tristes de teclados y percusión al que se les une el bajo y la voz lastimera que cuenta con furia y desesperación una letra terriblemente dura y hermosa.



© Víctor Manuel y CBS

Letra Original:
Nada que ver con la común historia,
nadie me quiere y todas esas cosas.
Ella fregaba suelos, nunca se compró ropa,
por darle un buen colegio multiplicó las sobras.

Cuál sería el instante, quién le enseñó estas cosas
cuando probó la muerte y amaneció entre sombras.

¿Qué te puedo dar, que no me sufras?
¿Qué te puedo dar, que no te hundas
que no vea en tus ojos reflejos de cristal
que me mata tu angustia, que me puede tu mal?
¿Qué te puedo dar?

Quiso ayudarle, sin saber ni cómo
y aunque no pudo, fue vendiendo todo.
Pero todo era poco para un saco sin fondo.
Un golpe a una farmacia, algún pequeño robo.
Ya de vuelta en la casa del hospital sabía
que más pronto que tarde la herida se abriría.

¿Qué te puedo dar, que no me sufras?
¿Qué te puedo dar, que no te hundas
que no vea en tus ojos reflejos de cristal
que me mata tu angustia, que me puede tu mal?
¿Qué te puedo dar?

Con la prudencia que da la locura
buscó los datos, aclaró sus dudas.
Con un último esfuerzo, le compró la más pura
y al mirarle a los ojos, se le borró entre bruma.

Él creyó que soñaba en el fugaz instante
en que acabó su tiempo abrazado a la madre.

¿Qué te puedo dar, que no me sufras?
¿Qué te puedo dar, que no te hundas
que no vea en tus ojos reflejos de cristal
que me mata tu angustia, que me puede tu mal?
¿Qué te puedo dar?

¿Qué te puedo dar, que no me sufras?
¿Qué te puedo dar, que no te hundas
que no vea en tus ojos reflejos de cristal
que me mata tu angustia, que me puede tu mal?
¿Qué te puedo dar?
















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