Aquí
no somos para nada talibanes a la hora de catalogar los amores. Por supuesto
que defenderemos a capa y espada el llamado “verdadero”, el que une a dos
personas de tal forma que su existencia empieza y termina en todo lo que les
une como pareja, ya que creemos que la mejor forma de ser un ser humano es
compartiendo tu vida con quien te hace que esta cobre sentido. Pero para nada
nos parece malo los que buscan el amor con fecha de caducidad, el que nace con
fuerza en una anochecer y muere cuando despierta el día, el que se busca para
satisfacer una necesidad mutua y no precisa más que un gracias cuando esta es
correspondida. No, toda relación que se siente de corazón y es aceptada por las
partes jamás podrá ser criticable, y para prueba el tema de hoy.
Miguel Bosé (al que
hemos tenido en estas
entradas) nace en Panamá en 1956. Es hijo del torero español Luis Miguel
Dominguín y de la actriz italiana Lucía Bosé por lo que
su infancia la pasa rodeado de artistas. En 1975 arranca su carrera que en un
principio se orienta hacia el sector juvenil femenino haciéndole un ídolo por
su atractivo en España e Italia. De esta época son canciones que con el tiempo
se han ido reivindicando como himnos de esa época como Linda, Super Superman, la tremenda Amiga, Te Amaré. En 1984 decide dar un cambio de estilo e imagen
siguiendo la estela marcada por David Bowie (al que hemos
tenido en estas
entradas) y los nuevos
románticos que le enemistará con la discográfica y parte de sus fans, pero
que por el contrario atraerá a nuevos seguidores por la calidad de su disco Bandido con
temas tan conocidos como Amante Bandido
y Sevilla. Le
siguen grandes trabajos como Salamandra
(con los sencillos Nena y Aire Soy) y XXX
que tendrán gran acogida en el mercado hispano pero que fracasan en el
estadounidense. En 1990 tras publicar Los
Chicos No Lloran, en el que se encuentre esa magnífica Manos Vacías,
inicia una gira que culmina con el maravilloso disco Directo ‘90 que será un superventas. A partir de entonces sus
discos Bajo
El Signo De Caín de 1993 y dos años después Laberinto
(en el que se encuentra Este Mundo Va)
ahondan su experimentación y búsqueda de su lado más intimista. Tras su disco
de versiones Once
Maneras De Ponerse Un Sombrero de 1998 y un año más tarde su disco de
grandes éxitos Lo Mejor de Miguel Bosé,
en el 2.000 se embarca en ese proyecto espectacular que fue el programa de
televisión El Séptimo De Caballería, en
el que contó con los mejores músicos del momento actuando en vivo y siendo
entrevistados. Más tarde se une con Ana Torroja (a la que
hemos tenido en estas
entradas) para ir de gira en el que interpretan todos sus éxitos y nos
regalaron duetos magníficos. Tras no tener demasiado éxito con Sereno (2001),
Por Vos Muero (2003)
y Velvetina (2005),
sorprende a todo el mundo con un disco de dúos en 2007 al que llama Papito, y que será un éxito
arrollador en todos los países de habla hispana, teniendo una segunda parte en
2012 con Papitwo.
Esta
canción es una oda hacia una forma de vida hedonista en la que el amor es un
juego, y la búsqueda del placer el único móvil.
Empieza
la canción con un grupo de notas distorsionadas de teclados, guitarra y
percusión que precede al del cantante con esa voz escasa, grave pero llena de
matices, que es apoyada por la más aguda de Rafa Sánchez, que se
desatan ambas en los coros.
©
Emilio Cid Climent, Luis Bolín Domecq y WEA.
Letra Original:
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Hoy
ha vuelto a darme por pensar
que el diablo vino a hablar hoy mi alma, no es tan cara En las calles de esta ciudad no te pares a buscar los secretos de las despedidas
¿No
pensarías que iba a marcharme
con las manos vacías por ti? ¿No pensarías que iba a marcharme con las manos vacías por ti?
No
me acostumbro a perder
pero juego por placer y es el juego el que me da la vida No me acostumbro a perder pero juego por placer y este juego, sí… me da la vida
Puede
que me canse del alcohol
que esta noche salga el sol pero ¿quién lo necesita? Nunca sopla el viento a favor cuando se trata del amor y pretende ir de prisa…
¿No pensarías que iba a marcharme
con las manos vacías por ti? ¿No pensarías que iba a marcharme con las manos vacías por ti?
No
me acostumbro a perder
pero juego por placer y es el juego el que me da la vida No me acostumbro a perder pero juego por placer y este juego, sí… me da la vida
No me acostumbro a perder
pero juego por placer y es el juego el que me da la vida No me acostumbro a perder pero juego por placer y este juego, sí… me da la vida
No me acostumbro a perder
pero juego por placer
con las manos vacías por ti
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Me gustaría una explicación más a fondo de la letra...
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