Esta
noche pasada mis groupies favoritas habrán cantado a pleno pulmón, reído de
todo corazón y llorado a lágrima viva durante el concierto que “el pelos” ha
dado en la Sala La Riviera. Ellas, durante unas horas, aparcarán familias,
trabajos, hipotecas, y demás, y abrirán sus almas en canal para que se las
llenen de sueños rotos pero hermosos, de relaciones que inflaman pasiones
aunque tengan fecha de caducidad, de noches que terminan viendo amanece que a
veces son esperanza y otras tormento. Y el cantautor las volverá a enamorar y
yo, desbordado por los celos, les traigo esta canción donde les recordaré que
ese poeta que las encandila en el fondo es un hombre vulgar cuando se baja del
escenario. Más mi honradez me empuja a decir también que también hay algunos
que mientras están subidos a él nos hacen entender el por qué la música siempre
ha sido el idioma de la divinidad.
Los Secretos nacen esos
años 80 de la Movida
Madrileña en la que les encuadraron, aunque ellos siempre se han sentido un
poco ajenos a ese movimiento. Son seguidores de la new wave inglesa y serán los
hermanos Urquijo los que lideran la banda. Tuvieron una gran rotación de
músicos, en la que la muerte tuvo demasiada presencia, y diversas épocas. La
primera es más rítmica y dinámica, con éxitos como Déjame o Sobre Un Vidrio
Mojado pero la discográfica pasa de ellos y las giras les agotan por lo que
se disuelven. Vuelven en 1986 y comienzan a coquetear con los sonidos country y
las letras más oscuras y tristes, son los años de canciones como La Calle del
Olvido o esta Ojos de Gata que les permiten cierta presencia en las listas y
les consigue un nutrido y fiel sector de fans. En 1999 la droga acaba con el
vocalista principal Enrique
Urquijo sumiendo a la banda en el desánimo. Vuelven a reunirse de la mano
de Álvaro Urquijo,
con un disco homenaje y un grandes éxitos con los que salieron de gira, y desde
entonces siguen recorriendo España con sus canciones de siempre.
Esta
canción la compusieron al alimón Enrique Urquijo y Joaquín Sabina (éste
último después la retocó en Y Nos Dieron Las Diez) y nos habla de esa mujer que
se enamora del poeta que es capaz de cantar amaneceres en plena noche. Y él,
con sólo ver esos ojos verdes, se dejará la piel en hacer brotar la pasión en
el pecho de la reina del bar. Más en el esfuerzo perdió el premio, ya que el
alba le encontró borracho y sólo. Ella se enfadó y le llamó ordinario pero es
que se prendó tanto de la luz de la estrella que el contacto con la realidad quemó
su sueño como la llama de la vela a las alas de la polilla. Pero durante unas
horas él vio en esa mirada felina el paraíso, y os aseguro que aunque
supiéramos que el infierno viniera después, todos nos cambiaríamos gustosos por
ese bardo al piano.
La
música comienza con un diálogo entre dos guitarras acústicas que dan paso al
cantante todo con un aire de gran melancolía que aumenta según vamos
entreviendo que hay un acordeón de fondo. La batería y el contrabajo aportan la
parte rítmica.
© Enrique Urquijo, Joaquín Sabina y Dro
Letra Original:
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Fue
en un pueblo con mar
una noche después de un concierto tú reinabas detrás de la barra del único bar que vimos abierto. Cántame una canción al oído te sirvo y no pagas sólo canto si tú me demuestras que es verde la luz de tus ojos de gata. Loco porque me diera la llave de su dormitorio esa noche canté al piano del amanecer todo mi repertorio. Con el "Quiero beber" el alcohol me acunó entre sus mantas y soñé con sus ojos de gata pero no recordé que de mí algo esperaba. Desperté con resaca y busqué pero allí ya no estaba me dijeron que se mosqueó porque me emborraché y la usé como almohada. Comentó por ahí que yo era un chaval ordinario pero cómo explicar que me vuelvo vulgar al bajarme de cada escenario. Pero cómo explicar que me vuelvo vulgar al bajarme de cada escenario. |
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