Viernes
Santo es el día principal de la Semana Santa en la que asistimos a la
crucifixión y muerte de Cristo. Es una jornada de procesiones, si la lluvia lo
permite, que se viven de diferente forma en España. En el norte son expresiones
de un dolor sordo y sobrio, donde el silencio sólo es roto por los tambores de
las bandas que tocan a muerte. En el sur la emoción rompe en forma de lamentos
y sonidos de angustia, y esto da lugar a episodios de enorme belleza como son
las saetas que se
cantan desde balcones cuando paran los pasos.
Sin
embargo la saeta más
famosa la compuso el poeta sevillano Antonio Machado, dentro
de su excepcional libro Campos de Castilla,
y la arregló musicalmente el genio de Joan Manuel Serrat,
en su disco Dedicado
a Antonio Machado, poeta, y en ella se hace una crítica a la representación
de la Pasión que son las procesiones. El poeta nos declara que él no es
creyente (“la fe de mis mayores) pero sin embargo sí cree en el mensaje de Jesús
en sus predicas en Israel, del lado de los pobres y los marginados que no
tienen ni para una escalera para desclavar a sus muertos de la cruz. Y para
gustos los colores.
La
música es una mezcla de sonidos procesionales y de cámara. Empieza con un ritmo
de tambores, al que se le unen los violines y el chelo que se van alternando
hasta que empieza el estribillo, donde se incorpora la percusión de los
platillos y timbales, y el viento de las cornetas, componiendo una pieza de
gran emoción.
Letra Original:
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¿Quién me presta una
escalera,
para subir al
madero,
para quitarle los
clavos
a Jesús el Nazareno?
¡Oh, la saeta, el
cantar
al Cristo de los
gitanos,
siempre con sangre
en las manos,
siempre por
desenclavar!
¡Cantar del pueblo
andaluz,
que todas las
primaveras
anda pidiendo
escaleras
para subir a la
cruz!
¡Cantar de la tierra
mía
que echa flores
al Jesús de la
agonía,
y es la fe de mis
mayores!
¡Oh, no eres tú mi
cantar!
¡No puedo cantar ni
quiero
a ese Jesús del
madero,
sino al que anduvo
en el mar!
Oh, no eres tú mi cantar!
¡No puedo cantar ni quiero
a ese Jesús del madero,
sino al que anduvo en el mar!
Oh, no eres tú mi cantar!
¡No puedo cantar ni quiero
a ese Jesús del madero,
sino al que anduvo en el mar!
Oh,
no eres tú mi cantar!
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Simplemente... Hermosa
ResponderEliminarGran poeta y gran cantante.
EliminarEspero que nos sigas en la andadura del blog.