El
amor es muchas cosas, unas buenas y otras malas, te da la felicidad y te
descubre el infierno en la tierra, hace que las desgracias sean menores y que
las alegrías se multipliquen, y también es injusto, bueno eso un rato, porque es
un hecho el que algunos lo encuentran a pesar de ser lo que llamamos malas
personas, y otros no se ven recompensados, al menos en esta vida, con un
receptor de sus ilusiones por mucho que lo intenten. Las personas somos ávidos
buscadores de este sentimiento, unos para ataques comando en las barras de los
bares y otros para conformar un destino que trascienda la propia existencia. Le
dedicamos más tiempo de lo que creemos, y posiblemente menos del que merece,
pero nadie puede estar seguro de que alcance el éxito, y no hay receta
infalible por varias razones: la primera es que somos seres humanos, y por lo
tanto sujetos a mil estímulos, complejos y decisiones, por lo que es posible
que cuando te cruces con la media naranja que te complete, estés a por uvas y
te lo pierdas. La segunda es que somos raros raros raros, como decía Papuchi, capaces de
no aceptar la perfección de una relación por detalles absurdos, que lo único
que esconden es la miseria propia y el miedo. Y por último, porque somos unos
ignorantes que sólo aprendemos con la pérdida y con el castigo, por mucho que
la mayor parte de nuestra literatura y psicología trate de las relaciones de
pareja.
Para
glosar esta entradilla os traigo una canción del mejor, para mí, cantante
español del último tercio del siglo XX (y que conste que si me empujáis un poco
digo que de todos los tiempos) que es Nino Bravo, cantante
valenciano que en menos de cinco años de carrera en solitario arrasó las listas
de éxitos españolas e iberoamericanas en competencia con otros grandes como Raphael, Julio Iglesias, o Bruno Lomas. Este, junto
con su capacidad lírica al ser tenor dramático, contó con la fortuna de que los
mejores compositores hispanos del momento le ofreciesen sus canciones como el
caso Augusto
Algueró, Juan
Carlos Calderón, y el gran Manuel Alejandro que
le compuso este Como Todos. En 1973 fallece en un accidente de coche y nos dejó
huérfanos de una gran figura a nivel mundial, tenía 28 años.
La
música es típica de las canciones melódicas de los setenta, con un inicio de
órgano que en seguida da paso a la orquesta, que se encarga de subir la tensión
cuando es necesario en los estribillos, para bajarlo cuando hay que dar mayor
intimidad en el resto. La letra es una enumeración de todos los méritos que el
cantante tiene para ser acreedor del amor que ve con envidia en los demás. Nos
habla de cómo él ha cumplido con los mandatos de la sociedad, ser un buen niño,
un adolescente con sueños que, al llegar a adulto, trabaja para alcanzarlos. Y
es entonces cuando pide el pago a sus esfuerzos y no lo encuentra, y protesta
por tal injusticia con la rabia del que sólo pide lo que es suyo.
Letra Original:
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Si
yo nací
como todos nacemos llorando, llorando Si yo crecí como todos crecemos jugando, jugando Si yo viví como todos soñando, soñando y conseguí lo que tengo luchando, luchando. Porque no puedo encontrar un amor como tú o como aquel si yo soy igual porque no puedo tener felicidad. Porque no puedo encontrar un amor como tú o como aquel si yo soy igual Si yo nací como todos nacemos llorando, llorando Si yo crecí como todos crecemos jugando, jugando Si yo viví como todos soñando, soñando y conseguí lo que tengo luchando, luchando. Porque no puedo encontrar un amor como tú o como aquel si yo soy igual porque no puedo tener felicidad. Porque no puedo encontrar un amor como tú o como aquel si yo soy igual. |
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