“Tengo
el gran honor de celebrar que tal día como hoy hace 5 años, los viernes del Corazón de Canción fueron bautizados como CarricasDay. De inicio lo hice por petición de Guille y por querer aportar mi
granito de arena a un blog que me encantaba. Tengo la suerte ser adoptada como
la niña consentida de Guille por lo que, sea cual sea la canción que proponga o
la entrada que le mandé, a él siempre le parece bien. Y, al elegir de guía a la
intuición más que a la sesera, me siento cual pajarito libre para soltar cada
viernes verdaderas tonterías, barrabasadas o cursilerías según se tercie, y eso
me divierte muchísimo. Es más, tengo la certeza de que a la gran mayoría
posiblemente no les guste ni mi música ni mi forma de pensar, pero les vendrá
bien para ampliar sus horizontes al comprobar que no todos somos iguales.
También habrá gente extraña que le guste mi música o piense como yo y se
encontrará comprendido en la inmensidad del mundo global. Pero lo que posiblemente nos una a todos los que leemos
este blog es que tenemos la certeza de que la música nos humaniza al salir del
armario nuestro lado más intelectual y emocional. Y ahora toca escoger la
canción. Una canción que me recuerde al despertar resacoso después de un año
2020 lleno de curvas. Una canción épica para recibir el año de la esperanza aunque
nos advierta desde el principio que las carreras no tienen emoción sin
obstáculos. Una canción que nos invite a participar con palmas como hacemos
todos los seguidores del blog. Y a poder ser, de la mano de un director que
frente a una sala vacía en Viena, nos recordaba que "La música es
importante no sólo como entretenimiento, sino que la música es una misión, y
por eso hacemos este trabajo. Lo hacemos para hacer de la sociedad algo mejor.
La salud es importante, pero también la salud de la mente, así que mi mensaje a
los mandatarios y políticos que consideren la cultura como uno de los elementos
primordiales para lograr una sociedad mejor”. Así que lo tengo claro, la
canción para días importantes como hoy tiene que ser Marcha Radetzky
de Johann
Strauss (padre) dirigida por Riccardo Muti”.
María Carricas
Johann Strauss
(padre) nace en Viena (Austria) en 1804. Sus padres mueren antes de que
cumpliera los doce años y su madrastra se desprende de él haciéndole aprendiz
de encuadernador, pero él aprenderá a tocar violín y viola, comenzando a tocar
valses por las tabernas desde los diecinueve años. En 1825 funda su propia
orquesta con la que realiza giras por distintos países europeos divulgando la
nueva música austriaca con éxitos como Loreley-Rhine-Klänge
y tendrá una dilatada relación de amor/odio con su maestro y competidor Joseph
Lanner. Curiosamente no quiso que sus descendientes tuvieran como oficio la
música pero de entre los seis hijos legítimos y otros tantos ilegítimos
encontramos a genios como Johann Strauss
(hijo), Josef
Strauss y Eduard
Strauss. Músico de la corte imperial, en 1846 se creó, especialmente para
él, el título de director musical de baile de la corte austro-húngara donde
estrena esta sensacional Marcha Radetzky en
1849. Desgraciadamente, ese mismo año. y con tan sólo 45 años, fallece en su
mejor momento creativo.
La
música, como marcha que es, arranca con el redoble de tambor al que se le une
después toda la orquesta a todo trapo siendo acompañada por las palmas de la
concurrencia.
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