Nos dice María que el tema que ha elegido para su entrada de esta semana es para hacernos reflexionar sobre algo que parece mentira que en pleno siglo XXI todavía exista como es el racismo. Estos días estamos viendo como en diferentes lugares se están manifestando, y de esta manera quiere poner de manifiesto su opinión de condena. El racismo nace del miedo a lo diferente, y quienes lo siguen son tan cobardes que en vez de luchar contra su terror, deciden odiar a quienes tienen un tono diferente de color de piel, rezan a otras deidades, hablan un idioma diferente o les emociona una bandera que no es la propia. Nadie estamos libres de no padecer esta enfermedad en algún momento de nuestra vida, por lo que debemos estar alerta de que nos infecte o que se propague entre quienes queremos.
Billie Holiday a la que
hemos tenido en estas
entradas) nace en 1915 en los suburbios de Filadelfia (EE.UU.) con el
nombre de Eleanora Fagan Gough de un padre de quince y una madre de trece que
la abandonan, así que irá pasando de mano en mano y a los diez ingresa en una
escuela católica tras ser violada. Dos años después se escapa con su madre a
Brooklyn donde simultanea trabajos de limpiadora con la prostitución. Con
quince años empieza a cantar en clubes y la descubre el gran Benny Goodman que consigue
que grabe con Columbia su primer disco en 1933, tiene 18 años. Comienza a
actuar en el Teatro Apollo
y en los clubes de la calle 52, y a editar discos con las grandes estrellas del
jazz del momento dando el salto a la fama en 1939 con esta Strange Fruit
que se convierte en un himno para la población afroamericana. Son años en el
que interpreta casi todos los estándar del jazz y la música tradicional
americana junto con obras propias como Fine And Mellow, pero
al mismo tiempo seguirá embarcada en una carrera de adicciones al alcohol y las
drogas, siendo la heroína la que se la llevará por delante en 1959 con tan solo
44 años. Fue chuleada por sus novios y esposos, amó por igual a hombres y
mujeres, y siempre afirmó que lo que cantaba lo había vivido antes. Su voz
nunca fue espectacular como las de otras contemporáneas como Ella Fitzgerald (a la
que hemos tenido en estas
entradas) o Sarah
Vaughan, pero su capacidad de interpretación ha intentado ser imitada por
tod@s y pocas veces igualada.
La
letra nos habla de una persona negra ahorcada que denuncia la persecución de la
población afroamericana en el sur donde los linchamientos eran habituales e
impunes.
La
música arranca con el demoledor lamento de la trompeta con el apoyo del piano, entrando
la voz susurrante y distorsionada de la cantante.
©
Abel Meeropol y
Columbia.
Letra original |
Southern trees bear a strange fruit
Blood on the leaves and blood at the root Black bodies swinging in the southern breeze Strange fruit hanging from the poplar trees Pastoral scene of the gallant south The bulging eyes and the twisted mouth Scent of magnolias, sweet and fresh Then the sudden smell of burning flesh Here is fruit for the crows to pluck For the rain to gather, for the wind to suck For the sun to rot, for the trees to drop Here is a strange and bitter crop |
Letra traducida |
Los árboles del sur dan una extraña fruta
sangre en las hojas y sangre en la raíz cuerpos negros balanceándose en la brisa del sur extraña fruta que cuelga de los álamos La escena pastoral del sur galante los ojos saltones y la boca retorcida Aroma de magnolias, dulce y fresco luego el repentino olor a carne quemada Aquí hay fruta para que los cuervos la arranquen para que la lluvia se acumule, para que el viento aspire para que el sol pudra, para que los árboles caigan Aquí hay una extraña y amarga cosecha |
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