Hasta
hace no demasiado decías que te gustaban las canciones de Raphael y ya te podías dar
con un canto en lo dientes si la respuesta era una sonrisilla de superioridad
cuando no una soflama sobre lo casposo del personaje y su música. Pero hete
aquí que ahora los modernos están reivindicando su figura, es la estrella de
festivales indies y se ha descolgado con un disco sinfónico electrónico como ReSinphónico de la mano del compositor
español más de moda como es Lucas
Vidal. Y mirad, si queréis lo ponemos como Placer Culpable, pero una
Navidad si escuchar este villancico es una Navidad muy triste.
Raphael (al que ya hemos
tenido en estas entradas) nace en Linares en
1943 pero crece en Madrid donde su voz le permite ganar numerosos premios
nacionales e internacionales. En 1962 comienza su carrera profesional en la que
combina una voz prodigiosa con una gran capacidad actoral en el escenario que
convierten sus actuaciones en espectáculos que atraen a las masas. Su primer
gran éxito lo consigue en 1965 con esta El Tamborilero
al que sigue dos años después Yo
Soy Aquél.
Son años de temas de gran repercusión como esta La Canción Del Trabajo, Mi Gran Noche, Digan Lo Que Digan, o Balada Triste De Trompeta que le
convierten en ídolo en todo el mundo hispano y de ahí da el salto al resto del
planeta, destacando su popularidad en los países del otro lado del Telón de Acero siendo en los
setenta de los primeros artistas occidentales en actuar y vender discos en la
URSS. Los ochenta suponen un resurgir del divo con temas como Como Yo Te Amo o la “genial” versión de The Age Of Aquarius. En los noventa
lanza Escándalo que será un ídem. en
todo el mundo y terminará como número uno en Japón (alucina). Es el primer
poseedor de un Disco de Uranio [honor compartido
sólo con Michael Jackson (al que ya hemos
tenido en estas entradas), AC/DC (a los que hemos tenido en estas entradas) y Queen (a los que hemos tenido en estas entradas)] y ha vendido más
de 100 millones de discos.
La
letra es un canto a como el nacimiento del hijo de Dios es agasajado por los
más humildes con lo que tienen, y uno sólo le puede entregar un viejo tambor
que sin embargo consiguió la sonrisa del Señor.
La
música arranca con el redoble de tambor, con leve fondo de la secciones de
cuerda y viento que van subiendo en potencia mientras escuchamos la voz del
intérprete que es sensacional siempre llenando de matices y fuerza la letra.
© Katherine
Kennicott Davis, Harry
Simeone y Universal Records.
Letra Original:
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El camino que lleva a Belén
baja hasta el valle que la nieve cubrió Los pastorcillos quieren ver a su rey, le traen regalos en su humilde zurrón al Redentor, al Redentor. Ha nacido en un portal de Belén el Niño Dios.
Yo quisiera poner a tus pies,
algún presente que te agrade, Señor. Más, tú ya sabes que soy pobre también, y no poseo más que un viejo tambor, viejo tambor, viejo tambor. En tu honor frente al portal tocaré, con mi tambor.
El camino que lleva a Belén,
yo voy marcando con mi viejo tambor. Nada mejor hay que yo pueda ofrecer, su ronco acento es un canto de amor, al Redentor, al Redentor. Cuando Dios me vio tocando ante Él, me sonrió. |
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