España,
aunque supongo que en todos los países pasa algo parecido, sufre una gran
división entre sus élites culturales y sus clases populares, y así las primeras
han marginado buena parte de los gustos culturales de los segundos en beneficio
de lo que ellos consideraban más culto, casi siempre proveniente de allende
nuestras fronteras. Los toros, el flamenco, la jota, o la zarzuela se consideraron
expresiones artísticas de segundo nivel, y sólo en momentos en los que se puso
de moda el casticismo pudieron ser reivindicadas. La ópera italiana y hasta la
opereta francesa eran buenas aunque no las entendieran, mientras que nuestro
“género chico” era casposo aunque fuera lo que de verdad les llegaba al tratar
temáticas que podían comprender.
Hoy
os traigo una de las arias más populares de nuestra música que es No Puede Ser de la obra La Tabernera del Puerto
del músico Pablo Sorozábal
y el letrista Federico
Romero Sarachaga, en las que se tratan las aventuras y dramas que les
acontecen a la cantinera Marola y el marinero Leandro. Todo un dramón de los de
antes, con momentos cómicos, que hacían las delicias de los públicos de
principios de siglo. En esta canción Leandro es informado de que su amada le ha
utilizado para que pase de contrabando un fardo de cocaína (y estamos según el
libreto en 1936) y él no da crédito a lo que oye y la defiende a corazón
abierto.
Para
interpretarla nadie mejor que nuestro tenor más internacional como es Plácido Domingo,
que en el vídeo vemos como pone en pie a un público tan “caliente” como el
berlinés. La capacidad de electrizar que tiene el divo madrileño, aún estando
en el crepúsculo de su carrera, es emocionante, y ver cómo se amolda con
maestría a la música del maestro donostierra, cómo transmite esa angustia del
que aunque se niega a creer también duda y cómo saca ese chorro de voz para
cerrar, te demuestra que se llame ópera o zarzuela, en el fondo todo es
lo mismo, y así tiene que ser considerado.
Letra Original:
|
No
puede ser; esa mujer es buena.
No puede ser una mujer malvada. En su mirar, como una luz singular, he visto que esa mujer no es una desventurada.
No
puede ser una vulgar sirena,
que envenenó las horas de mi vida. No puede ser, porque la vi rezar, porque la vi querer, porque la vi llorar.
Los
ojos que lloran no saben mentir,
las malas mujeres no miran así. Temblando en sus ojos dos lágrimas vi, y a mí me ilusiona que tiemblen por mí, que tiemblen por mí.
Viva
luz de mi ilusión,
sé piadosa con mi amor. Porque no sé fingir, porque no sé callar, porque no sé vivir. |
Bellísimo
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
EliminarA nosotros también nos lo parece. Esperamos que nos sigas acompañando en el blog.
Eliminar