Si la anterior entrada nos hablaba
de los cuentos de hadas esta nos narra lo que es la vida real. En ella el gran Jacques Brel nos hace un
relato de una familia de lo más siniestro y cutre que nos podamos imaginar.
Todos son espejo de vicios, hipócritas, borrachos, maleducados, mujeres de
moral discutible, todos con una cara respetable al resto del mundo y otra terrible
a los que están bajo su poder. Y de repente en el minuto tres la música crece y
nos revela a ella, a la flor que resplandece entre tanto cardo, a la luz en la
oscuridad, Frida, el amor de su vida. Pero éste no es posible porque ellos no
quieren, porque le menosprecian y porque mienten sobre su pasado, aunque a lo
mejor este sí existe y él también está manchado, pero por ella sería capaz de
todo, hasta de ser mejor y vivir feliz.
Y así en cinco minutos y
medio tenemos un torrente de sentimientos, el odio, el desprecio, la burla, el
amor, la vergüenza, y la derrota. Todo narrado en versos cortos y demoledores,
acompañados en la mayor parte de la canción con un piano que repite un ritmo
desasosegante, para que después vayamos intuyendo los violines que explotan junto
al resto de la orquesta al aparecer Frida.
Jacques Brel (al que hemos
tenido en estas
entradas) nace en 1929 y en un principio su destino parecía ser el de
trabajar en la fábrica de cartón de su familia, y tener una vida normal con su mujer
y su hija, pero en 1953 decide dejar Bruselas y marcha solo a París para hacer
realidad sus sueños de componer y cantar. Mientras sobrevivía dando clases de
guitarra, iba componiendo canciones en un principio románticas, pero en las
cuales va poco a poco colando su gran ironía. Además la gestualidad de sus
actuaciones va calando en el público que empezará a contagiarse de la fuerza de
su interpretación. En 1954 actúa por primera vez en el Olympia, y
empieza a componer para grandes divas como Juliette Grecó.
Dos años después alcanza su primer gran éxito con Quand on n'a que l'amour y se embarca en una gira continua casi
hasta su muerte. En su repertorio encontramos canciones burlonas como Les Bonbons, dramáticas como Fils De … o esta Ces Gens La, románticas como Je
T’Aime o sociales como Les Bourgeois
o Amsterdam
pero sin duda la canción que le convirtió en leyenda fue Ne Me Quitte
Pas que al principio no tuvo demasiada repercusión pero que con el
tiempo ha sido versionada por centenares de intérpretes en decenas de idiomas
como en inglés por Patricia
Kaas (a la que hemos tenido en estas
entradas). Tras una notable carrera como actor, en 1973 se retira a la
Polinesia Francesa donde encuentra la paz, de donde sólo regresará en 1977 para
grabar su último disco, Les Marquisses,
como epitafio de su vida ya que moriría de cáncer de pulmón un año después.
La canción es sin duda una de las más representativas de la Chanson francesa y para mí tiene el mérito
de gustarme a pesar de estar interpretada en esa lengua que tan dura me es al oído
como es el francés, pero es tal la fuerza de su voz y el apoyo de la orquesta, ora contenida con el piano, ora como una tempestad, que es un placer escucharla
Letra Original:
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Letra Traducida:
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D’abord – d’abord
y a l’aîné,
celui qui est
comme un melon,
celui qui a un
gros nez,
celui qui ne sait
plus son nom, Monsieur,
tellement qu’il
boit,
tellement qu’il a
but,
qui ne fait rien
de ses dix doigts
mais lui qui n’en
peut plus,
lui qui est
complètement cuit
et qui se prend
pour le roi,
qui se saoûle
toutes les nuits
avec du mauvais
vin,
mais qu’on
retrouve matin
dans l’église qui
roupille,
raide comme une
saillie,
blanc comme un
cierge de Pâques,
et puis qui balbutie,
qui a l’oeil qui
divague…
Faut vous dire,
Monsieur,
que chez ces
gens-là
on ne pense pas,
Monsieur,
on ne pense pas
- on prie!
Et puis y a
l’autre,
des carottes dans
les cheveux,
qu’a jamais vu un
peigne,
qui est méchant
comme une teigne,
même qui donnerait
sa chemise
à des pauvres
gens heureux,
qui a marié la
Denise,
une fille de la
ville,
enfin – d’une
autre ville,
et que c’est pas
fini,
qui fait ses
petites affaires,
avec son petit
chapeau,
avec son petit
manteau,
avec sa petite
auto,
qui aimerait bien
avoir l’air,
mais qui a pas
l’air du tout
faut pas jouer
les riches
quand on n’a pas
le sou!
Faut vous dire,
Monsieur,
que chez ces
gens-là,
on ne vit pas,
Monsieur,
on ne vit pas
on triche!
Et puis, y a les
autres…
La mère qui ne
dit rien,
ou bien n’importe
quoi,
et du soir au
matin,
sous sa belle
gueule d’apôtre
et dans son cadre
en bois,
y a la moustache
du père,qui est mort d’une glissade,
et qui regarde
son troupeau
bouffer la soupe
froide
et ça fait des
grands schlrrp,
et ça fait des
grands schlrrp!
Et puis y a la
toute vieille,
qui n’en finit
pas de vibrer,
et qu’on attend
qu’elle crève,
vu que c’est elle
qui a l’oseille,
et qu’on n’écoute
même pas
ce que ses
pauvres mains racontent…
Faut vous dire,
Monsieur,
que chez ces
gens-là,
on ne cause pas,
Monsieur,
on ne cause pas
on compte!
Et puis, et puis,
et puis
Y a Frida
qui est belle
comme un soleil
et qui m’aime
pareil
que moi j’aime
Frida!
Même qu’on se dit
souvent
qu’on aura une
maison
avec des tas de
fenêtres,
avec presque pas
de murs,
et qu’on vivra
dedans,
et qu’il fera bon
y être
et que si c’est
pas sûr,
c’est quand même
peut-être,
parce que les
autres veulent pas,
parce que les
autres veulent pas!
Les autres, ils
disent comme ça,
qu’elle est trop
belle pour moi,
que je suis tout
juste bon
à écorcher les
chats
j’ai jamais tué
de chats,
ou alors, il y a
longtemps,
ou bien, j’ai
oublié,
ou ils sentaient
pas bon…
enfin, ils
veulent pas…
ils veulent pas…
Parfois, quand on
se voit
semblant que
c’est pas exprès,
avec ses yeux
mouillants,
elle dit qu’elle
partira,
elle dit qu’elle
me suivra,
alors pour un
instant,
pour un instant
seulement,
alors moi je la
crois, Monsieur,
pour un instant,
pour un instant
seulement,
parce que, chez
ces gens-là, Monsieur,
on ne s’en va
pas!
On ne s’en va
pas, Monsieur,
on ne s’en va
pas…
Mais il est tard,
Monsieur,
il faut que je
rentre chez moi…
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Primero – primero
está el mayor,
ése que parece un
melón,
el que tiene una
nariz grande,
ése que no sabe ni
su nombre, Señor,
de tanto que
bebe,
de tanto que ha
bebido,
que no mueve ni
un dedo,
pero que ya no
puede más,
él que está
completamente cocido
y que se las da
de rey.
Que se emborracha
todas las noches
con vino del
malo,
y nos lo
encontramos por la mañana
en la iglesia
dormitando
tieso como una vela,
blanco como un
cirio de Pascua
y balbucea,
y que tiene un
ojo que divaga.
He de decirle, Señor,
que en casa de
esa gente
no se piensa, Señor,
no se piensa
¡se reza!
Y luego está el
otro,
el de las
zanahorias en el pelo,
que jamás vio un
peine,
que es malo como
la tiña,
que incluso daría
su camisa
feliz a los
pobres,
que se ha casado
con la Denise,
una chica del
pueblo,
bueno – de otro
pueblo,
y aún no se ha
acabado,
que hace sus
asuntillos,
con su
sombrerito,
con su abriguito,
con su cochecito,
que le gustaría
mucho aparentar,
pero que no
parece nada en absoluto,
no se debe ir de
rico
cuando no se
tiene dinero.
He de decirle, Señor,
que con esa
gente,
no se vive, Señor,
no se vive
¡se engaña!
Y luego, están
los otros…
La madre, que no
dice nada
o bien dice cosas
sin importancia,
y de la noche a
la mañana,
bajo su hermosa
cara de apóstol
y en su marco de
madera
está el mostacho
del padre,
que murió por un
resbalón
y que observa a
su manada
comer la sopa
fría
¡y se oyen
grandes schlrrp
y se oyen grandes
schlrrp!
Y después está la
más vieja
que no deja de
temblar,
y que esperan que
reviente,
pues es la que
tiene la pasta
y nunca escuchan
lo que sus pobres
manos dicen…
He de decirle, Señor,
que en casa de
esa gente
no se habla, Señor,
no se habla
¡se hacen
cuentas!
Y después, y después,
y después
está Frida
que es bella como
un sol
¡y que me ama
tanto
como yo amo a
Frida!
Aunque nos
digamos a menudo
que tendremos una
casa
con montones de
ventanas,
casi sin muros,
y que viviremos
ahí
y que estaremos
bien,
y que si no es
seguro
por lo menos es
quizás,
¡porque los otros
no quieren
porque los otros
no quieren.
Los otros dicen
así
que es demasiado
bella para mí,
que yo sólo valgo
para despellejar
gatos
nunca he matado
gatos,
o tal vez hace
mucho tiempo,
o bien, ya lo he
olvidado,
o ellos no olían
bien…
En fin, no
quieren…
No quieren…
A veces, cuando
nos vemos
pareciendo que es
por casualidad,
con sus ojos
húmedos
dice que se irá,
dice que me
seguirá,
entonces por un
momento,
solamente por un
momento,
entonces yo la
creo, señor,
por un momento,
solamente por un
momento,
porque, de esa
gente, señor,
¡uno no se va!
Uno no se va, Señor,
uno no se va…
Pero se ha hecho
tarde, Señor,
debo volver a mi
casa.
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Gacias
ResponderEliminarA ti, por supuesto.
EliminarEsperamos que nos sigas acompañando en el blog.
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
ResponderEliminarQue maravilla por dios... Me llevó a las lágrimas...
ResponderEliminarUna de las canciones más emocionantes que se pueden escuchar
EliminarEsperamos que nos sigas acompañando en el blog.
Maravilloso... Las lágrimas no se pueden contener- Me encanta la descripción que haces. Saludos
ResponderEliminarMuchas gracias por tus palabras pero todo el mérito es de Brel que es de los más grandes cantantes y compositores de todos los tiempos.
EliminarUn saludo.
Gracias por la traduccion. Es todo una experiencia escuchar esta cancion.
ResponderEliminarGracias por tu descripción acertada de "Ce gens la" y por la traducción
ResponderEliminarGracias a ti por tus palabras. Esperamos que nos sigas acompañando en el blog.
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