En
esto de la música pasa como con el fútbol, que después de ver al Barça o a la
Selección Española jugar al tiqui-taca cuando
arrasaban en todos los campeonatos ya los demás partidos te gustan pero menos
porque te parecen toscos. Eso mismo ocurre con las canciones, por aquí estamos
presentándoos algunas de las mejores (en nuestra opinión) de todos los tiempos,
pero cuando las comparas con un aria de las grandes óperas sabes que la música
clásica juega otra liga, que cuando escuchas la voz de cantantes que llevan
décadas perfeccionándola, acompañada por una orquesta de profesionales
abnegados a su instrumento y dirigidos por un genio capaz de sumar mil sonidos
en una melodía coordinada, estás frente a una de las puertas a la divinidad.
Los
principales problemas que tienen las óperas son su complejidad para ser
comprendidas, que muchos de sus intérpretes no son capaces de dotar de
dinamismo actoral a sus actuaciones centrándose en el virtuosismo vocal, y que muchas
de las tramas de las obras no han soportado el paso del tiempo. Pero en 1990, y
aprovechando la excusa del Mundial
de Fútbol de 1990, Luciano
Pavarotti (al que hemos tenido en esta
entrada) invita a los otros dos grandes tenores del momento, los españoles Plácido Domingo
(al que hemos tenido en esta
entrada) y José
Carreras (al que hemos tenido en esta
entrada), a dar un concierto en las Termas de Caracalla
en el que interpretar una selección de arias y canciones populares españolas e
italianas junto a éxitos de Broadway o de la
música pop con el propósito de dar un empujón a la música clásica que no pasaba
por sus mejores momentos. Y bajo la batuta de Zubin Mehta crearán el
disco de este estilo más vendido de todos los tiempos en todos los formatos, y
que hará por la ópera y los conciertos más que todas las políticas
gubernamentales. En los siguientes Mundiales de Fútbol se seguirán clausurando
con la actuación de estos astros hasta la muerte del divo italiano, y su
ejemplo será imitado por otros artistas líricos que están trabajando en
popularizar estas obras maestras como por ejemplo Andrea Bocelli (al que
hemos tenido en esta
entrada), Susan Boyle
o Paul Potts (al que
hemos tenido en esta
entrada).
La
letra nos habla del desafío que le lanza el príncipe Calaf a Turandot tras resolver los
tres enigmas de la segunda. Así que exige que nadie duerma, ni siquiera la fría
princesa, hasta que descubran su verdadero nombre.
La
música surge con una suave melodía de la sección de cuerda que será la base
para que Los Tres Tenores se enzarcen en una batalla para ver quién es capaz de
transmitir mejor la emoción de la letra
©
Giacomo Puccini, Franco Alfano y DECCA.
Letra Original:
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Letra Traducida:
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Nessun dorma!
Nessun dorma!
Tu pure, o, Principessa, nella tua fredda stanza, guardi le stelle che tremano d'amore e di speranza.
Ma il mio mistero
e chiuso in me,
il nome mio nessun saprá! No, no, sulla tua bocca lo diró quando la luce splenderá!
Ed il mio bacio
sciogliera il silenzio
che ti fa mia!
Dilegua, o notte!
Tramontate, stelle! Tramontate, stelle!
All'alba vinceró!
vinceró, vinceró! |
¡Que nadie duerma!
¡Que nadie duerma!
También tú, oh
Princesa,
en tu fría
habitación
miras las
estrellas
que tiemblan de
amor
y de esperanza.
Mas mi misterio
está encerrado en mí,
mi nombre nadie lo
sabrá.
No, no, sobre tu
boca lo diré
cuando la luz
brille
Y mi beso
derretirá el silencio
que te hace mía.
¡Disípate, oh
noche!
¡Ocúltense,
estrellas!
¡Ocúltense,
estrellas!
¡Al alba, venceré!
¡Venceré, venceré!
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